A la
nana nanita
que la
niña se duerma,
le
acune la noche
con sus
dedos de plata.
A la
nana nanita
que la
niña beba
los
dulces sueños
sin
hondos pesares.
A la
nana nanita
que
baje la luna
a
besarle los ojos,
se
tumbe a su lado
no
quiere estar sola.
Ilustración: Nicoleta Ceccoli