Emociona ver caer estrellas. Es un juego revoltoso entre la esperanza, la casualidad y la belleza. La partida se gana cuando las tres ocurren al mismo tiempo y el premio es una sensación de euforia tan breve, que siempre se necesita ver una más, ojalá otra más.
Esta noche pondré mis manos sobre mi barriga (igual que si tocara el cielo) y esperaré tumbada a que llegue el momento. Pensaré con fuerza: "que caiga, que caiga una estrella", hasta que sienta el golpe. Entonces robaré una por una todas las estrellas para que nunca se acabe este hermoso juego.
Ilustración: Graham Franciose