Salió de casa con ganas de comerse el mundo. Empezó con la calle, relamiéndose en cada bocado de asfalto. Bebió las copas de los árboles, se tragó los viandantes y absorbió todo el aire...Terminó con un terrible empacho.
La próxima vez masticaría la felicidad más despacio.
Ilustración: Cathy Delanssay
2 comentarios:
¡Qué alegría, atragantarse de felicidad!
Muy bueno.
Besitos.
Sí, mejor paladearla despacito, que su producción va por temporadas, mejor conservar un poquito para los malos tiempos.
Besos
Publicar un comentario