Lo de aquella mujer no tenía remedio; nunca llegaba puntual. Había probado de todo: cambiar las pilas del despertador, usar relojes
de cuerda, de arena, de bolsillo y hasta de sol. Era inútil, siempre llegaba tarde a todo. Por suerte, también llegó tarde a su cita con
la muerte.
Ilustración: Ana Juan
3 comentarios:
Menos mal. Original y sorpresivo micro.
Besos
Estupendo, un relato redondo, con un ritmo rápido y diría que hasta refrescante.
Un beso grande.
Me ha encantado este relato. Hacía mucho tiempo que no te le leía y había olvidado lo bonitas que son tus palabras y la facilidad que tienes para hilarlas.
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