Buscó por todos
lados. Bajo su almohada
encontró sobras de sueño. Detrás de los muebles sólo había
pared. Buscó en el suelo,
dentro del suelo, a ras del suelo. Miró en la palma de
sus manos porque a veces perdía las cosas y las tenía allí. Nada de nada en
ningún cajón, en ninguna caja, en ningún arcón. Buscando encontró
cosas que ya había olvidado: un calcetín, un, un elefante y un desengaño. Lo guardó todo debajo del colchón. Ni rastro de lo que había perdido. Dejó de buscar. A veces las cosas llegan
solas. Esperó sentada,
agachada, boca arriba y boca abajo. Esperó de perfil y de frente, de
medio lado y de cuerpo entero. Nada. Salió a dar un paseo por un lugar hermoso y cuando volvió a
casa, allí estaba. Tan pequeña y tan intensa
como siempre. Había recuperado la chispa.
Ilustración: Yelena Bryksenkova
3 comentarios:
Ay! Este me ha encantado! La "chispa", qué bien definida!! Y qué difícil es encontrarla cuando se pierde ¿verdad?
Un relato precioso.
Besos
La chispa, jejeje, es la que mejor sabe esconderse.
Besos.
Las cosas que tienen que suceder, mejor no buscarlas, ellas viene solas.
Besitos
Publicar un comentario