
Aparta tu sombra de mi cabeza, aléjate y no vuelvas porque no quiero escucharte más.
Maldita sea, vete de aquí. ¿Es que no me has oído? No, claro, tú no oyes, tu sólo emites tu puerca voz en mi cerebro y dejas tu eco perdido en mis oídos, repicando contra la almohada y esparciendo los sueños que no he soñado.
No es dolor, así que no te recrees haciéndome sufrir, no mires de reojo porque no es dolor. ¿Que me has visto llorar? Mentira, eso no era llorar. Eso no era. Cuando lloro el dolor se aleja y contigo eso no sirve, por eso no era. Prefiero vomitarte antes que llorarte, a ver si así te pierdes en las tuberías mugrientas y dejas en paz mis laberintos.
Voy a aprender a ignorarte, lo juro, y entonces me dará igual que grites, que me inundes porque voy a econtrar el hueco por el que huirte, no tendrás suficiente aliento y te atragantarás, te callarás para siempre, porque no eres más que ruido.
Ilustración: Maria Elina Méndez
6 comentarios:
Es un relato terriblemente angustioso.
Odio el ruido y todo lo feo se asemeja a algo así: un sonido amorfo y desagradable.
Besos.
que impotente nos sentimos los q estamos a tu lado y no podemos hacer callar y q puedas descansar de una vez. Tus palabras describen muy bien ese ruido, hay rabia y dolor, espero q te encuentren aunq sea un poquito de silencio.
ánimo!!!
besitos!
Creo que el ruido no se ignora. Se convive con él, con más o menos suerte según las fuerzas con las que te encuentres en cada momento. Pero seguor habrá otros momentos en los que te sientas más fuerte. Un abrazo enorme.
Ojalá que pronto dejes de oír lo que te molesta y tengas paz.
Sigue vomitándolo.
Saludos.
Te he dejado un premio en mi blog.
Besotes.
tanto ruido y al final
por fin el fin.
Tanto ruido y al final...
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