24/9/09

Volaremos sin necesidad de alas

Cruzo la sombra sin pensar, un pie tras otro dejando al paso la amenaza. Avanzo porque no puedo quedarme quieta, no puedo porque estoy viva, por eso camino y atravieso la sombra, y no lloro, ni hago planes, ni me quejo de lo que no puedo hacer.
Estoy viva, viva. Eso es lo que importa, por eso me muevo, porque estoy viva. Qué otra cosa podría hacer... ¿desmadejar las ilusiones?, ¿abandonarme a la amenaza?, ¿vengarme de quien me ha roto por dentro?... Perdería el tiempo, perdería el alma, la luz, ¿adónde iría así?
Es la hora de no pensar, de vaciar los días del calendario y escribir un sólo día en cada hoja, y con letras grandes : Hoy y ahora soy lo que tengo. Más viva cuanto más me muevo.



(Es algo que sucede cada día, el sol, allá en el horizonte, es devorado por el monstruo de la tierra, luego, al alba volverá a nacer por el otro lado del mundo. Volaremos sin necesidad de alas) Macaco

20/9/09

El gorrión


He visto esta historia y he pensado que quizá os guste: http://www.youtube.com/watch?v=kckeoENihKM
A mí me hizo pensar en la paciencia, en la necesidad de tolerar y no herir a los demás. Y en el amor, me hizo pensar en el amor.
Yo quiero tener un cuaderno lleno de abrazos, años de abrazos, toda una vida de abrazos que pueda contar.

Ilustración: Lisa Hurwitz

18/9/09

Preguntas tontas

- ¿El agua de lluvia es potable?
- Depende.
-¿De qué?
- De si es lluvia sucia o lluvia limpia. Tienes que esperar a que caigan las primeras gotas y luego puedes beber.
- Ah, vale.

- ¿El agua de lluvia quita la sed?
- Creo que no, sólo moja.
- A mí no me moja...
- Será porque hay sol.
- Ah.

- ¿No te dan miedo las tormentas?
- No, ayer mismo me cayó un rayo.
- Vaya. ¿Qué se siente?
- Como un temblor.
- Ah.

- ¿Nos vamos a casa?
- Espera. Quiero beber lluvia, pero no sé mirar para arriba, cerrar los ojos, abrir la boca y andar al mismo tiempo.
- Entonces te espero... ¿Has visto el arcoiris?. Qué bonito es.
- Sí, pero sólo hay medio, ¿dónde está el resto?
- Tras las nubes, supongo.
- Ah. ¿Nos vamos a casa?

Ilustración: Blanca Gómez

15/9/09

¿Cuál vemos?

Últimamente estoy viendo muchas películas, es algo que me gusta, y más ahora, que necesito tener la atención puesta en algo que no sea mi propia cabeza (...) Además, esta afición hace juego con el silencio y con mis cortinas.
Hace unos días fui al cine a ver Gordos, de Daniel Sánchez Arévalo, que ha sido una de las tres películas finalistas para representar a España en los Oscar. Las otras dos son Mapa de los sonidos de Tokio, de Isabel Coixet, que todavía no he visto, y El baile de la victoria, de Fernando Trueba, que no se ha estrenado en mi ciudad, pero que estoy deseando ver. Ojalá que la candidata sea Gordos, y me arriesgo a decirlo pese a no ver visto las otras dos, pero es que la película lo merece. Cuenta la historia de varias personas que tienen dos cosas en común: sobrepeso y miedo, y lo hace de una manera que a mí me parece magistral, perfectamente enlazada, mostrando a unos personajes que pueden ser tú mismo en tu propia vida, o tu vecina, o tu alumna, o tu novio, y lloras y ries, y cuando se acaba deseas volver a verla. Esto mismo me ocurrió con su anterior película: Azul OscuroCasi Negro, que tuve que ver dos veces por imperiosa necesidad y que volvería a ver de nuevo sin ningún problema. Además , este director de maravillosas historias tiene algo en común conmigo, él lo llama pipipipipipipipi, yo no le he puesto nombre porque a lo mejor se me quita y prefiero no encariñarme. Los médicos le llaman Acúfeno, pero realmente es una pesadilla que se cuela por el oído.
Le tengo especial afecto a este hombre y quiero que sea su película la que vaya a los Oscar.

Otra de las pelis que me ha dejado clavada en el asiento es La Ola (Die Welle), de Dennis Gansel, que cuenta cómo un profesor hace un experimento con su alumnado para explicar el funcionamiento de la autocracia. Y no digo más, bueno sí: ¿Creías que no se podría repetir?

Esta noche, ¿cuál vemos?

5/9/09

Olor a nuevo

Huele a la vuelta al cole, a nuevo, a madera, a papel, a plástico. Los niños saben que ha llegado el fin de las vacaciones, de las piscinas y las siestas largas, porque el curso está a punto de empezar. No creo que se sientan tristes, amargados o deprimidos -son niños-, al contrario se sienten ilusionados y con grandes deseos de estrenar sus lápices, sus cuadernos y sus libros, de ir al colegio todas las mañanas aunque tengan que madrugar, ver a sus maestros y maestras, a sus compis, hacer un montón de cosas durante el día y a las 9.30 irse a la camita a dormir. Esta rutina es lo que hacen la mayor parte del año, así que realmente es mejor que lo vivan con ilusión.
Yo si pudiera volvería al colegio, me encantaría. Lo más parecido a la vuelta al cole del adulto es, si tiene hijos, comprar el nuevo material escolar para ellos: los cuadernos brillantes, el estuche nuevo, los colores (los del año pasado huelen a viejo), el babi, la mochila, forrar los libros... Seguro que lo disfrutan y estoy convencida que lo hacen con cierta nostalgia, con ganas de sentarse a pintar o hacer cuentas y de comerse un bocata para merendar. Siempre he pensado que cuando sea madre volveré a ser un poco niña.
El hecho de trabajar en un centro educativo me devuelve de alguna forma esas sensaciones de mi infancia. Estoy rodeada de ese olor, de la ilusión de empezar una nueva etapa, de folios en blanco que hay que escribir con la mejor letra posible, de libros por todas partes y lápices a miles, de mucha gente a la que mirar y saludar. Me gusta el lugar donde trabajo.
Todas las personas deberían recordar el olor de la vuelta al cole. Eso significaría que han recibido educación y que probablemente hayan tenido una infancia feliz. Os pongo un enlace de un Blog solidario: "Lápices para la Paz" que lleva a cabo una iniciativa que consiste en dar material escolar a niños y niñas que sufren conflictos armados. A ellos también les gusta el olor a nuevo...