
Cuando terminó la película sentí una especie de estremecimiento, algo parecido a lo que se siente cuando tienes frío y te calientas al sol. Es una película entrañable, sencilla pero muy bien contada, emocionante al mostrar las personas tal y como son, sin artificios ni pretensiones. Al principio pensaba que una enfermedad como el alzheimer suponía una pequeña muerte (de los recuerdos, de la vida inmediata, de la realidad), pero no, no y no. Se puede vivir desde otros prismas y por supuesto, ser feliz.
Por ahí me dicen que tengo todas las papeletas para acabar siendo una vieja loquita, haciendo trastadas por las calles... Siempre y cuando tenga a alguien que me coja del brazo y me lleve a casa dando un paseo, me da igual si acabo loca perdida, hablando sola, mirando las casas de la gente desde sus ventanas, a días hundida y a días eufórica, contando las monedas de la hucha o los lunares de mis brazos, hablándole al loro del vecino o cantando canciones inventadas. Al fin y al cabo, soy así.
Por ahí me dicen que tengo todas las papeletas para acabar siendo una vieja loquita, haciendo trastadas por las calles... Siempre y cuando tenga a alguien que me coja del brazo y me lleve a casa dando un paseo, me da igual si acabo loca perdida, hablando sola, mirando las casas de la gente desde sus ventanas, a días hundida y a días eufórica, contando las monedas de la hucha o los lunares de mis brazos, hablándole al loro del vecino o cantando canciones inventadas. Al fin y al cabo, soy así.
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