
Es una enfermedad de origen desconocido que causa dolor crónico generalizado y localizado en el aparato locomotor: zona cervical, occipital, trapecios, hombros, parte proximal de los brazos, zona lumbar, muslos, parte anterior de las rodillas, los antebrazos, los carpos, las manos, los tobillos y los pies. Reconocida por la OMS en 1992, la FIBROMIALGIA es un problema de salud pública de gran magnitud por su alta prevalencia en la población general adulta, el desconocimiento de sus posibles causas y de los mecanismos que la producen. Sin olvidar, claro está, la ausencia de un método curativo y la insatisfacción de los pacientes así como de los profesionales de la medicina con el tratamiento actual. Además del dolor, continuo e insoportable, y la fatiga las personas con FIBROMIALGIA experimentan otros síntomas: alteración del sueño, sensación táctil anormal en manos o piernas, hipersensibilidad sensorial, rigidez generalizada o localizada al levantarse, contracturas en diversos grupos musculares, temblor, sensación de tumefacción en manos y otras áreas corporales, mareo o inestabilidad, hipersudoración, sequedad de mucosas, palpitaciones, alteración de la atención, déficit de memoria reciente, variación de la expresión verbal, ansiedad, o cambio en el estado de ánimo, entre otros.
Intento pensar en cómo sería mi vida sintiendo un dolor constante, debe ser algo parecido al malestar que se siente con 38 de fiebre o cuando no has dormido ni un minuto durante dos noches seguidas, quizá peor. Seguramente el mayor dolor es cuando tienes la enfermedad y los demás te tratan de desquiciado, hipocondríaco o cosas del estilo, puesto que es una enfermedad que no se ve en el cuerpo, no hay signos externos salvo la cara desencajada del enfermo, no se diagnostica con ninguna prueba de laboratorio y no tiene ni vacuna ni cura. Reclamo a las personas que tienen cerca a alguien con FIBROMIALGIA que no juzguen, critiquen, comparen o duden, que ni si quiera se compadezcan. Tienen dolor pero son fuertes, alegres, valientes y emprendedores como cualquiera, según sea la tregua.
A mi madre:
Algún día desaparecerá el dolor, despertarás sin las marcas que dejan en tu piel el roce de las sábanas. Sé que tiene que ser así, que podrás pasear sin miedo a quedarte varada en la calle, que los abrazos serán amables con tu espalda.
Espera paciente a que el viento se suavice, que el agua se ablande, que se funda el acero.
Que el dolor te deje paso.
Mientras tanto, aquí me tienes.