
Ayer hablaba con una amiga sobre este tema y el asunto es para volverse loco. La cuestión es que alguien importante para ella le dijo que la vida es injusta -qué le vamos a hacer- y hay que curtirse para enfrentarse a ella.
Pero ¿cómo hacerse duro ante las injusticias?, ¿nos educan para ello o nos vamos encalleciendo?.
Nadie se espera una injusticia en su propia piel; una cosa es lo que pasa fuera de nuestro radio (distancia comprendida entre el centro del pecho y la punta del dedo, ¡pa' qué más!) y otra muy distinta, cuando somos nosotros las víctimas directas. Nuestras experiencias quizás no sumen lo suficiente para hacernos fuertes y adaptativos, para capotear con arte a indeseables y superar los abusos. De veras que es difícil salir con éxito de una situación injusta, acabar sin ningún tipo de trastorno personal, fobia social, insomnio o taquicardia, y no exagero. No estamos preparados, en primer lugar, porque nuestra benevolencia nos coloca en un plano de pardillo total fácilmente masticable y, en segundo lugar, porque enseñar a defenderse de las injusticias no entra en ningún currículo oficial y menos aún, a luchar para que éstas desaparezcan. Así que crecemos secos de estrategias de adaptación.
Esta amiga propone una asignatura nueva en la educación: tolerancia a la frustración.
¿Qué tienes a tercera hora?.Yo mates.Pues yo tengo tolerancia a la frustración, pero no voy a ir porque tengo que hablar con el de naturales que me ha suspendido el examen... ¡se ha pasado con las preguntas!
Pero ¿cómo hacerse duro ante las injusticias?, ¿nos educan para ello o nos vamos encalleciendo?.
Nadie se espera una injusticia en su propia piel; una cosa es lo que pasa fuera de nuestro radio (distancia comprendida entre el centro del pecho y la punta del dedo, ¡pa' qué más!) y otra muy distinta, cuando somos nosotros las víctimas directas. Nuestras experiencias quizás no sumen lo suficiente para hacernos fuertes y adaptativos, para capotear con arte a indeseables y superar los abusos. De veras que es difícil salir con éxito de una situación injusta, acabar sin ningún tipo de trastorno personal, fobia social, insomnio o taquicardia, y no exagero. No estamos preparados, en primer lugar, porque nuestra benevolencia nos coloca en un plano de pardillo total fácilmente masticable y, en segundo lugar, porque enseñar a defenderse de las injusticias no entra en ningún currículo oficial y menos aún, a luchar para que éstas desaparezcan. Así que crecemos secos de estrategias de adaptación.
Esta amiga propone una asignatura nueva en la educación: tolerancia a la frustración.
¿Qué tienes a tercera hora?.Yo mates.Pues yo tengo tolerancia a la frustración, pero no voy a ir porque tengo que hablar con el de naturales que me ha suspendido el examen... ¡se ha pasado con las preguntas!
1 comentario:
Muy intersante reflexión, aunque yo creo que no tenemos que estar preparados para la injusticia; quiero decir, que la injusticias nos parezcan injustas es bueno porque así trataremos de luchar contra ellas. Si te preparas, te adaptas, y entonces llega un momento en que no te importa, porque es algo frecuente y normal. La asignatura que quizá está suspensa es la de los padres, la de los medios de comunicación, que no nos enseña a diferenciar lo justo de lo injusto.
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